No creas todo lo que lees, y por ningún motivo dejes de creer. No pierdas la capacidad de asombro, pero deja de asombrarte por todo

jueves, 16 de agosto de 2012

Enfermeras

La enfermera intentaba vanamente escribir en la ficha los signos vitales del paciente. Ya era la octava vez que empezaba y nuevamente se había quedado dormida. A las 4 de la mañana costaba mantener la vigilia en una clínica con tan pocos y exclusivos pacientes. A diferencia de su antiguo trabajo en el hospital, las salas estaban calefaccionadas y la comida caliente, por lo cual era fácil sucumbir en las eternas noches sin mucho que hacer. A veces recordaba los turnos imparables del hospital, donde no sabía si decir “buenas noches” o “buenos días” a quien se cruzaba en su camino, si es que los alcanzaba a ver; a veces sentía que era injusto ganar el doble haciendo la mitad, pero ya era tiempo de preocuparse de sí misma y no del resto del mundo.

Media hora más tarde despertó abruptamente, cuando las alarmas de un monitor alertaban la descompensación de un paciente. Raudamente se dirigió a la sala, encontrándola vacía: al parecer el sueño la estaba traicionando. Diez minutos más tarde las mismas alarmas de la misma habitación empezaron a repetir su aviso; esta vez sólo fue caminando, para encontrarse con el mismo panorama: la sala vacía y los monitores desconectados. En 3 ocasiones más se paró por la misma situación, y la cuarta dejó que el ruido siguiera hasta que, a los 15 minutos, “alguien” los apagó.


La enfermera intentaba vanamente escribir en la ficha los signos vitales del paciente. Ya era la octava vez que empezaba y nuevamente se había quedado dormida. A las 4 de la mañana costaba mantener la vigilia en una clínica con tan pocos y exclusivos pacientes. De improviso vio a todo el equipo de turno correr hacia la sala del lado, donde el paciente que le habían encargado como el más crítico estaba en paro. Pese a los esfuerzos del equipo el paciente falleció a los 15 minutos, sin que ella fuera capaz de escuchar las 6 veces en que las alarmas sonaron y se desconectaron de improviso. Pese a todas las recriminaciones, ella repitió una y otra vez que nunca escuchó ninguna alarma. Si tan solo la enfermera de aquella dimensión paralela le hubiera podido avisar…

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